Umbrales

Estos días he estado leyendo mucho sobre el tema de los umbrales como lugar intermedio entre interior-exterior, como nexo en el que pasa algo, Aldo Van Eyck decía que las puertas eran como guillotinas entre dos mundos y que tenían que convertirse en lugares de oportunidad.

Lo normal cuando se habla de umbral es referirse a la planta baja, ya que es el punto de encuentro entre la edificación y la calle, así lo hacen en la cuarta publicación de Rehabitar, con una propuesta muy interesante que se basa en ocupar las plantas bajas con viviendas taller, para que la conexión entre vivienda-trabajo-calle sea muy directa y se produzcan relaciones muy interesantes como que desde la calle se vea el trabajo del artesano, por ejemplo y desde el taller se vea la calle, y a la vez esté muy relacionado con la vivienda. Cuando leía esto me han venido a la cabeza las medinas de Marruecos que he visitado esta Semana Santa, donde todavía muchas veces se mantienen estas relaciones, como en la siguiente foto de un artesano que hace remates en las chilabas, aunque en este caso no se trataba de vivienda-taller.

Image

Philippe Bonnin en el Umbral de la Casa (La ciudad: paraiso y conflicto) nos relata cómo son las relaciones en las casas tradicionales japonesas y como se están modificando con la tecnología y comenta como en las calles pequeñas se observa una tendencia a que las personas se apropien de la parte de delante de su casa, tanto si les pertenece o no y a expresarse en este lugar de una manera exhuberante, como una especie de halo delante del umbral. Esto me ha traído a la mente las viviendas de planta baja del barrio donde crecí (el Zapillo en Almería) donde por la noche, en verano, la gente salía a la puerta de la casa con sus sillas para hablar, apropiandose de alguna manera de esa parte de la calle, normalmente calles pequeñas y con poco transito. Unas relaciones parecidas se dan en las viviendas con jardines delanteros, como dice Margaret Crawford en su escrito “desdibujando las fronteras: espacio público y vida privada” que los define como espacio difuso, ambiguo, como zona intermedia entre la privacidad de la vivienda y el carácter público de la calle, como lugares de relación, además explica como la crisis de los 80 en algunas ciudades, provoca que aparezcan en estos lugares mercadillos domésticos, en los que se le da la vuelta a la casa, mostrando sus enseres en el exterior, lo que se facilita en algunos barrios donde se vallan y pavimentan los jardines, creando una tienda al aire libre, con las cosas expuestas en las vallas a modo de escaparates (¿no recuerda esto a las medinas marroquís con los productos expuestos en el exterior o a la alcaicería granadina?). Los garajes se convierten en talleres volviendo a aparecer ese concepto de casa-taller del que he hablado antes.

En el libro “La humanización del Espacio Urbano. La vida social entre los edificios” de Jan Gebl, se estudian las condiciones que se tienen que dar en esos jardines delanteros para que las relaciones fluyan, además se estudian también tipos de edificación, anchos de calles, disposición de las actividades en la vivienda con respecto al exterior, velocidad de circulación de los vehículos, disposición de bancos para sentarse, etc.

Por otro lado R. Sennet en el Artesano señala la diferencia entre paredes y membranas, siendo las membranas separaciones más porosas que permiten ciertos intercambios y dice que las murallas de las ciudades (refiriéndose a cuando las ciudades se rodeaban de murallas, pero hoy se puede aplicar a otro tipo de murallas) podían ser de ambos tipos, siendo mucho más interesantes las murallas que actuaban como lindes a las que se adosaban mercados, viviendas, etc, por dentro o por fuera, y al final esas barreras se convertían en un lugar. En Assilah uno de los lugares que he visitado en Marruecos he observado como esas murallas que rodeaban la medina se han ido convirtiendo en lugares para las relaciones, colocando terrazas de bares y restaurantes junto a ellas y puestos de alimentación y venta por la tarde noche, convirtiéndose en un lugar muy vivo.

Image

En todos estos casos se ha tratado la relación interior-exterior en planta baja, pero por ejemplo Arquitextonica en su blog, plantea los balcones como un lugar en el que también pasan cosas (principalmente en cascos antiguos y edificios de no mucha altura), y la gente se asoma para saludar al vecino o para ver quien toca y tirarle la llave. Recuerdo que no hace muchos años en el Zapillo, era muy normal ver a la gente asomada a los balcones tirando cosas en una bolsa a alguien abajo, o con una cesta con una cuerda para subir algo de la calle, ya que muchos edificios de 4 o 5 plantas no tenían ascensor, así que eran esas terrazas y balcones los lugares más directos de relación con el exterior.

E incluso podemos ir más allá y plantearnos, como dice Toyo Ito que las nuevas tecnologías amplían nuestros límites mas allá de nuestro cuerpo, o preguntarnos como Stepien y Barno en su blog si es la red o parte de ella un espacio público.

Deja un comentario